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Necesidad o Deseo/ Obediencia o Inteligencia

Querido amiga, amigo, usted ha elegido vivir en uno de estos dos mundos. O quizás un rato en cada uno de ellos. Y de esta decisión provengan algunas situaciones incómodas o confusas en que a veces se encuentra. Porque, desde mi punto de vista, los universos de la necesidad y del deseo se manejan con dos sistemas normativos y fácticos distintos y usan datos para su satisfacción también distintos.

En el mundo de la necesidad entramos desde que somos un organismo vivo, desde antes de tener conciencia, en el vientre de nuestra madre.

No podemos escaparnos de él, siempre estemos en manos de la necesidad, de alguna manera y en alguna medida. La pregunta clave en este lugar es cuál es la medida en que la necesidad me ata a ella. Es interesante reflexionar sobre el ejemplo que nos dan algunos animales sobre este tema. El ganado vacuno es un ejemplo de como la evolución ha trabajado durante millones de años para producir un ser que, en un estado normal, no pierda de vista su alimento (el pasto) y cuyas crías no tengan demasiados problemas en encontrar a su vez su alimento (la leche a través de las ubres cerca del piso) de modo tal que ese aspecto no sea problemático para su subsistencia.

De alguna manera puedo hablar aquí, como ya lo he hecho en otras oportunidades, que las vacas y los toros son obedientes a un diseño que ha permitido una muy exitosa adaptación y supervivencia a las condiciones y desafíos que ha enfrentado la especie en la superficie terrestre, aún a costa de algunos de sus individuos. Dejemos ya el ejemplo y volvamos a lo que realmente nos interesa.

Usted y yo. La gente. Nosotros.

Decíamos un poco más arriba que aparecemos al universo en un sistema regido por la necesidad. De un sistema del que necesitamos de él para seguir vivos. Pero en el que luego, poco a poco y a través de distintas vías vamos descubriendo oportunidades para jugar en otro sistema.

Un sistema donde se pondrán en juego mecanismos que tendrán que ver cada vez menos con la necesidad y donde aparecerá un nuevo integrante que nos acompañara el resto de la vida: La elección (si o no, pollo o pasta, chocolate o crema, mama o papá, ella o la otra, él o él, etc.) Y en el que lo que al principio solucionábamos mirando el rostro de nuestro adulto para ver como quedábamos bien con él, con el correr de los años se va haciendo cada vez más difícil hasta volverse imposible. Entonces inventaremos infinidad de substitutos. Dios, el karma, el psicoanalista, etc. Pero en algún momento de nuestra vida, algunos de nosotros deberán hacerse cargo de algo que no estaba incluido en el menú original.

El deseo por algo y así separarnos de la necesidad por lapsos. Que se irán haciendo cada vez más largos Dicho de otra manera, cuando descubrimos nuestro deseo, descubrimos nuestra individualidad, descubrimos también la necesidad de nuestra inteligencia para alcanzar lo que deseamos y lo peor de todo caemos en cuenta que la obediencia a la necesidad ya no nos alcanza para alcanzar lo que hemos decidido ser. Es posible que entonces hagamos una re-lectura de la metáfora de la fábula del pacífico Abel y el irascible Caín, el que quiso cercar su campo a la avidez de las ovejas de su hermano. Y le demos algo de crédito. O no. Porque quizás decidamos seguir siendo Abel y seguir alimentado la necesidad de nuestra majada. Porque siempre va a ser una elección. Necesidad o deseo, que es muy parecido a obediencia o inteligencia o si usted prefiere

Obediencia o Diseño de futuro.

Algunos de ustedes ya me conocen. Sino lean mi libro “Héroe” Está en Amabook.com

Hasta la próxima

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